El autismo es un término que llega al mundo de la psiquiatría de la mano de Bleuler (1913), el cual proponía en primera instancia a la esquizofrenia para referirse a las limitaciones de algunas personas con el mundo externo, y por ende la dificultad de estas mismas personas durante la interacción social. Luego de distintas observaciones clínicas, aparte del término esquizofrenia Bleuler, deja el legado nosográfico del autismo diferenciándolo de la esquizofrenia como una condición que acompaña a la persona que lo padece desde su nacimiento y con posibilidad de progreso clínico.

El autismo y su entendimiento fue desarrollado con mayor amplitud por Kanner (1944), el cual logró establecer una serie de descripciones clínicas que siguen vigentes en la actualidad, en el sentido de tratar el autismo fuera de todos los campos conocidos de deficiencias y proponiendo más bien una serie de capacidades intelectuales propias para las personas de esta condición.

El significado de la palabra autismo, remite al griego eaftismos, el que propone según Cuxart (2000), el pensamiento de “estar encerrado en uno mismo” (p. 11). A partir de esta concepción, se puede entender más claramente esta dificultad que presenta una persona con condición autista para interactuar con el resto de las personas. Hervas, Balmaña y Salgado (2017), definen el trastorno del espectro autista como un trastorno del neurodesarrollo que se manifiesta durante la infancia, tiene origen neurobiológico y tiende a limitar aspectos fundamentales necesarios en la comunicación social, demostrando incluso comportamientos repetitivos y restringidos. 

Las principales características diagnósticas del autismo en términos generales pueden considerarse las siguientes: deficiencias en la intersubjetividad de relación en la conducta; variaciones en el uso de la mirada al rostro, y en la capacidad de interpretación; fallas en pautas de atención como aspecto para desarrollar conductas de aprendizaje; alteraciones presentes en la comunicación gestual o verbal, en situaciones de negación o afirmación, así como acto de peticiones y, situaciones particulares durante actividades con juguetes, tales como patrones estrictos y repetitivos, de poco uso de la imaginación, y con limitación en la participación de otras personas.

El trastorno del espectro del autismo presenta una serie de dificultades en cuanto a su abordaje temprano y tratamiento adecuado, los cuales son de vital importancia atender para el correcto progreso del paciente con este diagnóstico. En primer lugar, se encuentra el tiempo que puede transcurrir la familia de la persona con autismo, en darse cuenta o sospechar de su condición, a fin de buscar las alternativas diagnósticas y tratamientos necesarios para lograr beneficios importantes en el desarrollo del niño o niña.  No es sencillo para el común de las familias lograr un grado de observación suficiente para atender y entender algunos factores relacionados con el desarrollo socio comunicativo de los niños y niñas entre los 0 y 24 meses de edad, visto que suelen asumirse como sanos o conductas normales de estos niños, y se procede a buscar ayuda solo en casos de extrema urgencia.

En este punto es vital que, desde el embarazo y etapas tempranas, las familias sean informadas sobre el autismo y en general del desarrollo infantil durante los primeros años de vida, a fin de garantizar la atención adecuada en casos clínicos que se presenten. Entendiendo lo anterior, el siguiente reto en caso de sospechas de alteraciones del proceso socio comunicativo durante el desarrollo infantil, es lograr tener a mano la información y orientación necesaria sobre las especialidades, centros de salud y educación, idóneos para llevar a los niños que presenten sospechas de estos cuadros clínicos.

Una tercera dificultad en cuanto al abordaje temprano y tratamiento adecuado ante la sospecha del niño con trastorno del espectro autista es la suerte de peregrinaje que se inicia en la búsqueda de la correcta atención del niño o niña, en cuanto a su detección, diagnóstico adecuado y forma de intervenir. Esto puede representar la pérdida de tiempo valioso que resulta necesario para la correcta estimulación del niño con trastorno del espectro del autismo.

Se pudiera considerar como una cuarta dificultad en cuanto al abordaje temprano y tratamiento adecuado ante la sospecha del niño con trastorno del espectro del autismo, la falta de protocolos o estándares de atención en cuanto al seguimiento y control del desarrollo socio comunicativo por parte de los profesionales médicos que supervisan esta área. Cabe destacar, que se presentan para el uso de estos especialistas, antiguas herramientas de medición que pasan por alto aquellos comportamientos que se desvían de factores de atención en el desarrollo de las conductas socio comunicativas normales para niños hasta los 24 meses de vida, que corresponde a una etapa importante para su detección y tratamiento.

A pesar de las distintas dificultades que se pueden presentar para la familia de los niños con trastornos del espectro autista, existen una serie de acciones y soluciones que pueden ser accesibles y fundamentales para la atención e implementación en los casos donde se consideren necesarios. En primer lugar, se requiere de la evaluación permanente del desarrollo del niño o niña por parte de la familia, lo cual contribuirá con el diagnóstico clínico, visto que esto permitirá que sea comparado lo que se observa durante su desarrollo, y lo que corresponde como esperable para niños de esa misma edad, permitiendo así determinar puntos específicos de desviación en cuanto a lo esperado.

En segundo lugar, se encuentran unas herramientas de lista de chequeo para el autismo, las cuales son de fácil uso, y que, con sus escalas referenciadas, pueden predecir de manera adecuada, la posibilidad de ocurrencia en función de los factores de riesgo en cada cuadro evaluado. Es importante al igual que la herramienta en sí, que los profesionales cuenten con amplios conocimientos y formación especializada de tercer o cuarto nivel, para facilitar de manera confiable los distintos diagnósticos y atenciones a partir de su aplicación.

Se recomienda que estos especialistas tengan dentro de su ámbito de conocimiento los siguientes perfiles y habilidades: conocimiento sobre el desarrollo neurotípico y sus principales características, a fin de detectar e identificar alteraciones en el mismo; capacidad en la utilización y comprensión de instrumentos para medir y caracterizar el desarrollo, así como para el diagnóstico complementario y avanzado del trastorno del espectro del autismo, y otras entidades con las que de manera recurrente se confunde al niño o niña; organizar y proponer un plan de trabajo adecuado, que contemple los resultados obtenidos en las evaluaciones, proyectando posibilidades de progreso para su medición posterior; y manejo adecuado de su comunicación, con alta carga empática hacia la familia, para comunicar los resultados de las evaluaciones y a partir de estos transmitir la confianza necesaria para el cumplimiento de las acciones recomendadas para la atención del paciente.

Como último punto de acciones y soluciones recomendadas para la atención y detección del trastorno del espectro del autismo, se encuentran las pruebas específicas del autismo, las cuales, con nivel más especializado, permiten de manera directa diagnosticar el trastorno del espectro del autista. Una de estas pruebas específicas para el autismo es el Modified Checklist for Autism in Toddlers (MCHAT), el cual fue el primer instrumento que se completa por parte de los padres de los niños, para la detección del trastorno del espectro autista en la población. Esta prueba presenta una versión mejorada conocida como el M-CHAT, el cual contempla 23 ítems y una rutina de seguimiento al mismo conocida como M-CHATF.

Otra prueba específica del autismo es la Pervasive Developmental Disorder Screening Test-II (PDDSTII), la cual establece preguntas específicas sobre el desarrollo de los niños evaluados durante los primeros 48 meses de edad. De igual manera, se encuentra el Early screening for autistic traits questionnaire), el cual consta de 14 ítems para identificar riesgos de trastorno del espectro autista antes de los 15 meses de vida. Existe una prueba más compleja que el M-CHAT, el Screening Tool for Autism in Two Years Old (STAT), utilizado en niños menores a los 2 años de edad que son remitidos bajo sospecha de autismo.

Una vez se detecte en un niño o niña el trastorno del espectro autista, el mismo debe ser seguido por una serie de evaluaciones multidisciplinarias con profesionales especializados en esta área específica, a fin de dar inicio de manera temprana a la atención terapéutica. Las evaluaciones para profundizar en el diagnóstico son las siguientes:

  • Evaluación neurológica: En este punto se permite conocer cualquier desarrollo o regresión que presente el paciente a cualquier edad, así como detectar otras encefalopatías o factores relacionados que pudieran estar afectando la condición del niño o niña.
  • Historial familiar: Un aspecto importante en el estudio de los casos de trastorno del espectro autista, es aquel factor familiar vinculante con la historia del niño o niña. Por ejemplo, el incremento de probabilidades en niños con hermanos que tienen antecedentes de autismo, por lo que se amerita en estos casos de riesgo mayor supervisión durante su desarrollo y crecimiento.
  • Examen físico: Existen condiciones físicas que denotan predisposiciones al autismo. Por ejemplo, la existencia de un incremento en el perímetro cefálico a partir de los meses de vida, no obstante, el mismo tiende a normalizarse posteriormente en un 80% de los casos.
  • Examen general: Existe un alto nivel de predisposición del autismo en la esclerosis tuberosa, por lo que se propone como herramienta la lámpara de Wood, y la evaluación de las interacciones sociales del niño o niña, tanto gestual o verbal a través del juego y conducta general. Asimismo, evaluar su reconocimiento y comprensión de lo que experimenta en su dinámica habitual.
  • Examen motor: Se relacionan algunas condiciones motoras con la presencia del trastorno del espectro autista. Condiciones como la hipotonía, espasticidad, apraxia de algún miembro y estereotipias motoras, deben ser evaluadas vista su relación con el trastorno del desarrollo normal infantil.
  • Audiometría: Este factor debe ser evaluado de manera necesaria en todo niño o niña que presente retrasos en el desarrollo, haciendo énfasis en aquellos con dificultades en las interacciones sociales y de lenguaje. Por lo que la evaluación a través de audiometría contribuye en el establecimiento certero del diagnóstico y su tratamiento.

El trastorno del espectro del autismo amerita total atención de parte de la familia y círculo cercano al niño que presenta tal condición, con la finalidad de permitir otorgar calidad de vida a lo largo de la misma. En este sentido, se hace necesaria la atención para lograr el desarrollo de destrezas, identificar sus intereses, hacer planes de apoyo y reforzamiento de los avances, así como la sensibilización a los padres y la comunidad ante la situación que requiere un tratamiento distinto, en pro de garantizar la correcta adecuación de la interacción social con el niño o niña que presenta la condición.

Para finalizar es muy importante comentar que, desde el nacimiento, bien sea a través de la evaluación estándar del desarrollo, o mediante instrumentos especializados de predicción y de factores de riesgo del niño o niña, para el diagnóstico del trastorno del espectro del autismo, lo fundamental es dar a conocer los beneficios que significan su abordaje integral temprano, con toda la información útil a través de las distintas etapas de detección, diagnóstico y tratamiento. Los beneficios de iniciar un plan de acciones específico para la estimulación y enseñanza de destrezas sociales y comunicativas facilitaran el proceso de integración de las personas con estas condiciones.

Referencias Bibliográficas

  1. Bleuler, E. (1913). Demencia precoz o el grupo de las esquizofrenias. Buenos Aires: Lúmen, 1993.
  2. Cuxart, F. (2000). El autismo. Aspectos descriptivos y terapéuticos. Málaga: Aljibe.
  3. Felici, M. (2010). Intervenciones psicoeducativas en el espectro autista. I Maestría en la escuela de la diversidad educación inclusiva, construyendo una escuela sin exclusiones. Universidad Internacional de Andalucía. España.
  4. Hervas, A., Balmaña, N. Salgado, M. (2017). Los trastornos del espectro autista (TEA). Pediatra Integral 2017; XXI (2): 92 – 108.
  5. Kanner, L. (1943/1993). Perturbaciones autísticas del contacto afectivo. Siglo Cero, 25. [Traducción de Sanz Vicario, T. sobre el original “Autistic disturbances of affective contact” publicado en Nervous Child, 2, (217250)].
  6. López, E. (2017).  La Evaluación y Detección Temprana de los Trastornos del Espectro del Autismo. Guías y documentos científicos RED de atención a la neurodiversidad AC.

Neyda Lucia Lugo Meléndez

Psicólogo Clínico graduada en la Universidad Central de Venezuela, Psicopedagoga mención Retardo Mental y Problemas Emocionales del Colegio Universitario de Psicopedagogía. Especialidad en Trastorno del Espectro Autista en CAIPEA Tabasco-México. Diplomado sobre la Importancia de la Integración Sensorial en la Persona con TEA CAIPEA Tabasco – México. Diplomado en Atención Psicoeducativo de Trastorno Generalizado del Desarrollo con aplicación del método ABA FUNDAPSIED y avalado por Colegio Universitario de Psicopedagogía Puerto la Cruz – Venezuela. Evaluación, Diagnóstico y Tratamiento de los Trastornos del Espectro del autismo ASOCIK Isla de Margarita – Venezuela. Diplomado en aplicación del método de comunicación de intercambio de imágenes PECS ASOCIK Isla de Margarita – Venezuela. Estudios realizados en Psicoterapia Gestalt, Instituto Venezolano Gestalt. Diplomado en Estimulación Temprana y Necesidades Educativas Especiales Hospital Victorino Santaella Caracas – Venezuela. Directora y Fundadora de Casa Grande, grupo profesional de atención integral en quito Ecuador y Directora y fundadora de ASOCIK asociación para la atención integral de la personas con discapacidad Isla de Margarita Venezuela. 

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